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Perfil de Germana

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Exposición

 

Mare e Monti


Hermanamiento cultural
de Patchwork entre
Gran Tarajal y Valbruna (Italia)
SALA DE EXPOSICIONES
del Auditorio de GRAN TARAJAL

20 – 26 septiembre 2010

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Valbruna es un pequeño pueblo en la montaña que está situado en el Nordeste de Italia, en la región llamada Friuli Venezia Giulia, muy cerca de la frontera de Austria y Eslovenia.
Valbruna tiene un conjunto de pocas casas de madera y piedra rodeadas por bosques.

En verano el color dominante en Valbruna es el verde: verdes son los árboles, el césped, los arbustos, mil verdes diferentes dependiendo de la hora del día y de las condiciones atmosféricas; luego hay los colores de las flores que desbordan desde balcones y ventanas y los silvestres, que crecen en los prados, entre las rocas de las montañas y en los bordes de los senderos.

En invierno el color dominante es el blanco, el blanco de la nieve que desde noviembre hasta abril cubre silenciosamente todo, transformando Valbruna en un gélido pueblo de leyenda.

En Valbruna el aire es puro y perfumado, su olor tiene matices de pino, de hongos, de nieve, de leña cortada y de hierba segada. En Valbruna cantan los petirrojos, los herrerillos, los mirlos y las cornejas, canta el torrente que discurre en las proximidades del pueblo, cantan los esquilones de las vacas, cantan las motosierras cuando cortan la leña que luego se quemará en las chimeneas de los hogares durante el largo invierno.

También se percibe el silencio de los bosques, roto de vez en cuando por el susurro del viento entre las hojas de las copas de los árboles, por el canto de los pájaros, por el zumbido de los insectos o por el ruido sordo de las botas pisando la nieve o la tierra de la senda. En Valbruna hay zorros, osos, ciervos y ardillas, que en el invierno se acercan a las casas buscando alimento.

Los habitantes de Valbruna son acogedores, abiertos, generosos y grandes trabajadores y la costumbre de convivir con el frío y la montaña les ha hecho fuertes y firmes.

Germana es una de aquellas personas que ha tenido el privilegio de vivir en este trocito de Paraiso; su gran casa es sencilla, acogedora y hermosa. Al entrar se percibe que todo lo que contiene es querido y elegido; quizá es por eso que cuando uno se queda allí se siente bien, respira una atmósfera de paz y serenidad, a pesar de su ausencia.

Conocí Valbruna y a Germana hace muchos años por medio del patchwork, esta forma de arte maravillosa que tiene la capacidad de unir no solo trozos de tela sino también la vida de las personas.

Desde el primer día nos dimos cuenta de que teníamos muchas cosas en común: el amor por las telas, los colores, la naturaleza, las cosas bonitas, la pasión por la enseñanza, las ganas de aprender nuevas cosas y la inquietud por el reto de vencer las dificultades para llegar al conocimiento. Por medio del patchwork nuestra amistad se fue haciendo más profunda y
se crearon unos lazos muy estrechos. Yo he querido muchísimo a esta gran mujer, con la cual durante muchos años hemos cosido juntas, hemos soñado juntas, estudiado juntas, proyectado y experimentado juntas, enseñado juntas.

Los colores preferidos de Germana son los colores de la montaña y de la naturaleza propia de Valbruna: los tonos del bosque, de la tierra, de las rocas, de las flores, del hielo; por otra parte los colores que me entusiasman a mí son los colores del mar, del cielo y del sol, entonces el azul, el turquesa, el esmeralda, el blanco y el amarillo.

Germana cosía y cosía, sin parar, para su satisfacción y para los demás; en efecto era docente de patchwork en la Universidad de Mayores en Tarvisio, una pequeña ciudad muy cercana a Valbruna. Sus alumnas la adoraban por su sencillez y generosidad y la respetaban por su competencia y profesionalidad.

Desde el momento que empecé con mis clases de patchwork en Fuerteventura, Germana y yo hemos tenido una motivación más para compartir nuestras vivencias con nuestras alumnas; Germana me contaba de sus alumnas, de sus progresos, de sus exposiciones, de sus viajes para comprar telas y útiles, de sus quilts inspirados en la montaña.

Y yo le hablaba de las mías, de mis queridas alumnas Canarias, le contaba de cómo pueden hacer milagros con las pocas telas que encuentran en la isla, de cómo me habían ayudado cuando no hablaba español, de cuantas ganas tienen de aprender, de su generosidad, del amor con el cual habían cosido los quilts para los niños del terremoto que el año pasado ocurrió en Italia, regalando sus telas, su tiempo y su trabajo.

Germana hablaba de mí a sus alumnas, de esta amiga que se marchó a Fuerteventura para enseñar el patchwork, porque se enamoró de esta isla tranquila sin prados, sin bosques, sin nieve, donde los colores predominantes son el azul del cielo y del mar y los mil marrones de las montañas, de la tierra, de la arena y de las rocas.

Le hablaba de los cactus, de las casas de piedra pintadas de blanco, de las cabras que cruzan las carreteras, de la paz de sus playas sin límite y del ruido del viento.

Y yo hablaba a las mías de Valbruna, de este pueblito que parece habitado por gnomos y hadas, del césped de Germana que una vez al año se cubre de quilts preciosos realizados por ella y sus alumnas, con motivo de la “Asamblea anual Valbruna Patchwork Club”.

Fuerteventura y Valbruna, dos lugares lejanos entre si y muy diferentes, que poco a poco se van uniendo por la amistad y la pasión por el patchwork.

La primavera pasada, Germana me mostró un quilt que había enseñado a sus alumnas, un quilt precioso que fue ideado por una quiltista holandesa de nombre Mariet Soethout-Mous; el quilt está compuesto por muchísimos bloques de varios tamaños y Germana me sugirió hacer los mismo en Fuerteventura, ya que lleva muchas técnicas de costura y ensamblaje que yo podía utilizar para enseñárselas a las chicas de mis clases.

En ese quilt hay unos motivos que representan una barca, una cabra majorera, unos cactus, un barco pirata, el avión, los emigrantes… y hay pinos, el tren, el pueblo de Valbruna, la pata del oso, una pequeña iglesia de montaña…

Así volví a Fuerteventura con mi fotocopia del quilt, muchos trocitos de tela de Germana y la cabeza llena de ideas.

Mis chicas empezaron en seguida a trabajar en este nuevo proyecto con ilusión y un poco de incertidumbre, que aún tenían poca práctica.

Pero se fueron entusiasmando con este trabajo y semana tras semana han visto crecer su quilt.

Así a través de “Mare e Monti” que en español significa “Mar y montañas”, el lazo entre Valbruna y Fuerteventura se hizo más fuerte y concreto.

“Mare e Monti”, lo he llamado así porque Germana lo enseñó en la montaña y yo en una isla tranquila rodeada de mar.

En esta temporada Germana tenía la ilusión de venir a Fuerteventura para conocer esta isla maravillosa de la cual le había hablado mucho y para ver a mis alumnas, pero desgraciadamente la enfermedad se lo impidió porque se nos fue, dejando un profundo vacío en el corazón de todos.

Ante esta circunstancia y los quilts “Mare e Monti” cas terminados, he pensado que sería bonito que este lazo entre Valbruna y Fuerteventura no se perdiera.

Por eso una representación de Fuerteventura fue a Valbruna para participar de la Asamblea anual de la Asociación cultural “Valbruna Patchwork Club”, que se celebró el último domingo de julio, para conocer por fin Valbruna y las alumnas de la Universidad de Mayores de Tarvisio.

También se montó esta exposición en la que se pueden admirar todos los quilts “Mare e Monti” realizados por ambos pueblos.

Bianca Scarpari

   


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